Lo haces todo para ganar. Para ganar sobradamente. Pero necesitas, ¡cómo no!, un golpe de suerte para clasificarte, para ser el mejor, para lograr el billete a la final. Justo cuando estas fuera --recordé Kaiserslautern, sí--, justo cuando no te ha salido el partido soñado, justo cuando has dominado el balón, te has apropiado de él, pero no has creado ocasiones, ni siquiera has disparado a puerta, justo cuando no has estrenado al meta rival, justo en ese instante, ¡zas!, aparece el zapatazo a la escuadra. Y ese zapatito es del más modesto, de Andresito, de quien menos, o no, te lo esperas, de quien te crees que chuta más suave y colocado. Nada de eso. Ese zapatazo sonó en toda Catalunya, en toda Europa. Así es Iniesta, presto siempre al rescate.
((Cruiff))
1 comentario:
las cosas buenas se dejan para el final :)
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